HAROLD BLOOM CONVERSA SOBRE NIÑOS Y LIBROS.

El barco que pasa, de Emile Claus (1849-1924)


«Sagrada cosa es el consejo».
Platón

«La opinión acertada es el bien del pensamiento».
Aristóteles

«Hay épocas en que la opinión pública es la peor de todas».
Nicolas Chamfort



Me he permitido dos licencias en la entrada de hoy: la primera, traer aquí una vieja entrevista a Harold Bloom, que fue publicada originalmente en la revista HomeArts en el año 1995, pero que sigue siendo tremendamente actual; eso sí, con todo el carácter polémico que siempre acompaña a sus opiniones (por ejemplo, no estoy de acuerdo en absoluto con su valoración de El Señor de los Anillos o con la calificación de obra maestra menor de El guardián entre el centeno), pero conteniendo alguna que otra fina observación y más de un consejo razonable, todo acompañado de su amplia sapiencia literaria. 

La segunda licencia es, si cabe, menos justificada: la entrevista es resultado de una atrevida y atroz labor de traducción personal. Pido de antemano disculpas. Mi coartada: el manifiesto interés de la entrevista y el hecho de que, salvo error, no existe traducción al español de la misma.  


«Siempre habrá hombres y mujeres que descubrirán a Jane Austen y Shakespeare. Y si no los hay, entonces estamos condenados»

HomeArts: ¿Por qué deben leer los niños?, y ¿por qué los niños deben leer buenos libros?

Bloom: Para ser fríamente pragmático al respecto diré que leer buenos libros los hará más interesantes, tanto para ellos mismos como para los demás. Y es haciéndose más interesantes –y sé que esto suena a insensible, pero es verdad, como desarrollarán un sentido del propio yo, separado y distinto.

Así que, si los niños se individualizan, no lo harán viendo la televisión o jugando videojuegos o escuchando rock o viendo videos musicales. Se individualizarán estando a solas con un libro, a solas con la poesía de William Blake o A. E. Housman, o con la mitología nórdica, o con El viento en los sauces.

HomeArts: ¿Qué libros incluiría en un canon occidental para niños?

Bloom: Recomendaré de nuevo el sorprendente y maravilloso libro de Kenneth Grahame, El viento en los sauces, para todos los que tengan entre cero y cien años. Todavía recuerdo a mi hermana leyéndomelo de niño; es un libro que rompió mi corazón muchas veces y que sin duda despertó en mí una querencia hacia a los valores literarios.



Mi hijo tiene 32 años. Hace unas noches me llamó por teléfono y me dijo que se sentía muy solo en su casa de Nueva York. Es uno de esos antiguos edificios tipo Edith Wharton, con techos muy altos. Me dijo: «Siento que soy el Sr. Sapo en Toad Hall», y yo rompí a reír y reímos juntos. No creo que nadie que haya leído El viento en los sauces cuando niño, pueda olvidarlo.

Todas las obras de Lewis Carroll tendrían que ser incluidas en ese canon. Sí, Lewis Carroll, diría yo, más que cualquier otro autor en inglés. Y A través del espejo más que cualquiera de sus otras obras. Creo que es su obra maestra. Me cautivó como a un niño.

Edward Lear también tendría que estar con todos sus libros de nonsense

Luego están los cuentos tradicionales. Los cuentos de hadas de Hans Christian Andersen y los de los hermanos Grimm. Ambos son extraordinarios. También hay una maravillosa serie de libros de cuentos de hadas, recogidos y recopilados por el victoriano Andrew Lang, llamados los libros de cuentos de hadas de colores: El libro de hadas verde, El libro de hadas rojo, y así sucesivamente. Son magníficos.



Y la mitología nórdica, por supuesto. Recuerdo haberme emocionado muchísimo cuando era un niño con la Edda mayor y la Edda menor; estaba cautivado por la mitología. 

Quisiera incluir también un libro que relata historias de Shakespeare (quien realmente está más allá de los niños), titulado Cuentos de Shakespeare, de Charles y Mary Lamb, que es una maravillosa adaptación como relatos de muchas obras teatrales de Shakespeare, tremendamente fiel al ethos y al espíritu del autor y excelentemente bien escrita.

No se pueden olvidar las Canciones de Inocencia y las Canciones de Experiencia, de William Blake. Los niños deben leer una gran cantidad de poesía. Eso los intrigará y los confundirá; de entrada, no entenderán nada, pero eso está bien. Cuando era pequeño leía todo tipo de poetas, incluyendo a ese maravilloso poeta, A. E. Housman, a quien no podía entender, pero que sin embargo me dejó fascinado. Todavía recuerdo cada línea que leí de él. Fue, sin duda, la pura fuerza invocadora y evocadora de la poesía, lo que Gerard Manley Hopkins llama «el redoble, el ascenso, el alegre cantar, la creación» lo que me condujo a ella, a Hart Crane y a William Blake. Y esto antes de que pudiera haber entendido una sola línea de lo que estaban escribiendo. Era la pura alegría. La gloria de todo.



Robert Louis Stevenson y ese notable libro suyo, Jardín de Versos para niños, debe estar en el canon. Y he de decir que sus novelas permanecen en mi cabeza. Pienso en historias que leí de joven, como Secuestrado y La isla del tesoro.

Mujercitas, de Louisa May Alcott, es un libro absolutamente maravilloso. Es una obra fresca, intensa, increíblemente vibrante y fantástica, y para todas las edades. Un texto fabuloso.

Winnie the Pooh es un libro encantador y hermoso. De hecho, ¿ve los animales de peluche en el sofá frente a mí? Este es un pequeño ornitorrinco a quien bauticé como Oscar en honor a mi héroe, Oscar Wilde. A ese gorila bebé, que mi esposa me regaló por mi último cumpleaños, le hemos llamado Gorila. Y a este maravilloso burro le he puesto como nombre, Eeyore. Estoy seguro de que esto le dará una idea de lo que siento por Winnie the Pooh.

Hay algunos autores modernos que también son excelentes. Maurice Sendak [Donde viven los monstruos] es asombroso, no sólo como artista visual, sino como escritor de prosa.

El libro de la selva, de Rudyard Kipling, es una obra notable; no hay duda alguna sobre la alta calidad de la escritura. Las actitudes sociales que encarna, sin embargo, son arcaicas y pertenecen a la época del alto imperialismo. Eso no me molesta demasiado; es simplemente un episodio en la historia de Occidente y su desesperado intento de dominar el Oriente. Pero no afecta al poder duradero del libro, tanto para los adultos como para los niños de todas las edades. Es un trabajo con un atractivo universal.

Hay algunas obras de Mark Twain, como Un Yankee en la corte del rey Arturo, que leí cuando era un pequeño, que me parecen de un valor permanente.

Cuando tenía alrededor de 15 años, leí las obras Ivanhoe, de Sir Walter Scott y Los Tres Mosqueteros y su secuela, Veinte años después, ambas de Alexandre Dumas, y también su Conde de Montecristo. Y ciertamente tuvieron un gran impacto sobre mí, impacto que todavía perdura.



Leí también a Julio Verne, creo que a la misma edad, y fue un poderoso influjo para mí. 

Pero no estoy seguro de que pudiera leer nada de eso ahora. Recuerdo haber leído muchas novelas de ciencia de ficción de H. G. Wells y tampoco estoy seguro de que quiera volver a leerlas. 

Sin embargo, hay ciertas cosas de G. K. Chesterton que leí cuando tenía 14 o 15 años y que he releído recientemente que todavía encuentro absolutamente espléndidas, particularmente esa novela maravillosa, El Hombre Que fue Jueves.

Las historias de Sherlock Holmes todavía funcionan bien con los niños. Estoy pensando sobre todo en aquellos que estén interesados en análisis de enigmas y razonamientos. Debo decir, sin embargo, que encuentro dificultades para volver a leerlo. Tengo ahora 65 años, pero no es por eso, es solo que no están muy bien escritos, y algunas veces la prosa me pone de los nervios.

Para los niños mayores, me gusta el libro original de Tolkien sobre Los hobbits (El Hobbit). Creo que la trilogía posterior [El Señor de los Anillos] puede estar un poco sobrevalorada. Está fuertemente basada en una moralización gratuita. Es muy pesada.



El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, es libro muy conmovedor que se mantiene increíblemente fresco. De alguna manera, es una versión en miniatura de Huckleberry Finn. Es auténtico, conmovedor, muy conmovedor, por supuesto, porque el narrador, Holden, está realmente al borde de la esquizofrenia y, sin embargo, parece que finalmente acaba por llegar al otro lado de la misma. 

Por supuesto, estamos hablando de un libro para niños en la adolescencia mediana a tardía. Sería perturbador darlo a leer antes de esa edad. Un libro maravillosamente válido, estéticamente hablando. Realmente una obra maestra menor.

HomeArts: ¿Qué cree que los padres deben hacer?, o ¿qué pueden hacer los padres para ayudar a que los niños se conviertan en lectores entusiastas e inveterados?

Bloom: Oh querido, oh querido, oh querido. Sólo puedo desesperarme con eso. Me refiero a que todo lo que ellos pueden hacer es ser suaves y sugerentes y decir: «Mirad, chicos, vamos a apagar la televisión esta noche, no tocaremos los cds esta noche. Me sentaré aquí y os leeré "El Jardín de versos para niños"; o me sentaré aquí y os leeré historias de la mitología nórdica; o me sentaré aquí y os leeré "El viento en los sauces", y tal vez, tal vez, os gustará mucho. Así que vamos a estar pasados de moda por una noche». Es algo desesperado, lo sé, pero eso es todo lo que puedo sugerir.


Siluetas realizadas por Beth White y Laura Barrett.

No obstante, usted sabe que en este momento, mientras nos sentamos hablando el uno con el otro, en todo el país debe haber padres que están haciendo eso que acabo de decirle. Tiene que haberlos. Quiero decir que somos una población constituida por tal variedad de personas que seguramente los habrá.

No puedo creer que la antigua e inmemorial estirpe de jóvenes sensibles que se apartan, en gran soledad, para leer por sí mismos, pueda llegar a su fin.

Siempre habrá hombres y mujeres sensibles que descubrirán a Jane Austen, que descubrirán a Shakespeare. Y si no los hay, entonces, por supuesto, todos estamos condenados. Pero no puedo creer que algo que es tan poderosamente resistente a criterios meramente sociales llegará a tener un final. Estas cosas no pueden morir.


Copyright Hearst Publications and Home Arts Network.



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Comentarios

  1. Excepto en lo que dice sobre Tolkien y en la moralina modernista sobre Kipling (aunque no me encanta Kipling, pero únicamente porque no me encanta), coincido en todo. Una buena entrevista.

    Tiene razón sobre El viento en los sauces. Esa historia es como una vieja colcha preciosa y suave en la que envolverse cuando hace frío, cuando sales fuera y apenas ha amanecido. Es un libro que no puede envejecer, que no va a envejecer nunca. Para lectores de cero a cien años, y quizá aún más allá, mucho más allá, como toda la buena poesía.

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  2. Gracias Miguel por la traducción.

    Si de cánones se trata, siempre me pareció admirable el texto de Borges que es diríamos un "microcanon":
    LOS CUATRO CICLOS Jorge Luis Borges

    "Cuatro son las historias, una, la más antigua, es la de una fuerte ciudad que cercan y defienden hombres valientes. Los defensores saben que la ciudad será entregada al hierro y al fuego y que su batalla es inútil; el más famoso de los agresores, Aquiles, sabe que su destino es morir antes de la victoria. Los siglos fueron agregando elementos de magia. Se dijo que Helena de Troya, por la cual los ejércitos murieron, era una hermosa nube, una sombra; se dijo que el gran caballo griego en el que se ocultaron los griegos, era también una apariencia. Homero no habrá sido el primer poeta que refirió la fábula; alguien, en el siglo catorce, dejó esta línea que anda por mi memoria: The borgh brittened and brent to brontes and ashes*. Dante Daniel Rosetti, imaginaría que la suerte de Troya quedó sellada en aquel instante en
    que Paris arde en amor de Helena; Yeats elegirá el instante en que se confunden Leda y el cisne que era un dios.

    Otra, que se vincula a la primera, es la del regreso. El de Ulises, que, al cabo de diez años de errar por mares peligrosos y de demorarse en islas de encantamiento, vuelve a su Itaca; el de las divinidades del Norte que, una vez destruida la tierra, la ven surgir del mar, verde y lúcida, y hallan perdidas en el césped las piezas de ajedrez con que antes jugaron.

    La tercera historia es la de una busca. Podemos ver en ella una variación de la forma anterior. Jasón y el Vellocino; los treinta pájaros del persa, que cruzan mares y montañas y ven la cara de su Dios, el Simurgh, que es cada uno de ellos y todos. En el pasado toda empresa era venturosa. Alguien robaba, al fin, las prohibidas manzanas de oro; alguien, al fin, merecía la conquista de Grial, Ahora, la busca está condenada al fracaso. El capitán Ahab da con la ballena y la ballena lo deshace; los héroes de James o de Kafka sólo pueden esperar la derrota. Somos tan pobres de valor y de fe, que ya el happy- ending no es otra cosa que un halago industrial. No podemos creer en el cielo, pero sí en el infierno.

    La última historia es la del sacrificio de un dios. Attis, en Frigia, se mutila y se mata; Odín, sacrificando a Odín, Él mismo a Sí mismo, pende del árbol nueve noches enteras y es herido de lanza; Cristo es crucificado por los romanos.
    Cuatro son las historias. Durante el tiempo que nos queda seguiremos narrándolas, transformadas."

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  3. Gracias, no conocía esta teoría literaria de Borges. Estoy de acuerdo en que las historias que enumera son tramas fundamentales, que se repiten desde tiempo inmemorial, por eso, y en especial en relación con la última trama, lo dicho me recuerda la conversación de Tolkien y Lewis sobre el mito verdadero, ya comentada en este blog, y la tosca y parcial similitud de muchos mitos y leyendas con aquel, único que recoge un acontecimiento histórico y real en su totalidad, que confirma y da valor a todos los demás.

    Un saludo cordial.

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